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(...)durante la Dinastía Zhou, 1050 a.c. al 221 a.c., nos encontramos con el segundo plano donde se desarrolla un proceso de transformación, de cambio de paradigma. Las potencias exteriores que determinaban el destino humano quedan reformuladas. El patrón que tendrá continuidad será el patrón clánico, familiar pero el cambio es el de la burocratización del rito y del mito.
(...)tampoco serán los humanos los condicionados por los ancestros sino al revés, estos últimos pueden volverse seres hambrientos o fantasmas por acción de los hombres.
Ya no se pregunta a estos seres sino al I- CHIN. El ritualismo se vuelve algo más autosuficiente. Aparece una cosmología correlativa de pensar el mundo. Cualquier proceso de transformación está ligado a un conjunto de polaridades que interactúan, que se transforman. Concentración del mundo como algo increado, síntesis donde los hechos se explicaran ya no por medios externos sino por esta cosmovisión basada en una dialéctica de dos mundos complementarios. El mundo en cambio y transformación.
No hay una idea de dios creador, ni finalista, se trata de un desarrollo cíclico eterno. Son principios menos antropomórficos y más abstractos, de polares inseparables que interactúan como un mecanismo cultural de armonía y equilibrio.
La creación del cosmos es un rasgo central, algo que se está moviendo en interacción continua. Equilibrio aplicable a la salud, a la política, etc., entrelazando sabiduría, conocimiento, ciencia.
Antes era la adivinación del caparazón de tortuga, los ancestros, ahora, la consulta sobre las cuestiones de la vida se realiza a través del I-Chin, detectando tendencias implícitas en un proceso de cambio, de transformación, que adquiere cierta complejidad matemática. Situaciones que el sabio debe detectar a partir del sistema binario.
En relación a la cosmología y la arquitectura, Oller hizo referencia a la dialéctica ya comentada entre el círculo y el cuadrado. La estructura atraviesa el cielo y la tierra simbolizadas por estas formas que aseguran la protección del orden del cosmos. Patrones que también encontramos en las tumbas. Siempre está presente la síntesis de los dos principios aplicable a diferentes ámbitos de la vida, por ejemplo, la comida, el cuerpo, la política, etc., todo se regula a partir de esta manera de pensar el mundo.
Lo que para nosotros es el concepto de libertad, pone en comparación Manel Oller, es para ellos el de espontaneidad, el de hacer según lo que el momento demanda. La arquitectura es la plasmación de esta idea del cosmos, también los templos.
A modo de ejemplo, los lagos artificiales, no se ubican por necesidad, digamos, de agua, sino por principios ordenadores que neutralizan efectos negativos de carácter mitológico, buscando esta reorganización.
Los calendarios de animales son de la cultura popular del primer milenio antes de cristo, esto ejemplifica la capacidad para superponer capas civilizatorias sin desplazar las anteriores y su dinámica para generar nuevos dioses.
Durante los siglos X y XVII el paisajismo chino toma fuerza y da sus maestros. Utilizan técnicas y materiales como los de la escritura. La utilización de la tinta, la aguada, la falta de personalidad del artista, las repeticiones, demuestran que el individuo le da el carácter moral a lo representado pero no existe un culto a la singularidad y genialidad.
La dialéctica entre lo sólido y lo líquido, entre la forma y lo informe, también se recrea en esos paisajes. No se toma una realidad vista sino un ámbito de armonía de principios ordenadores, una concepción energética de principios vitales que expresa la creación de cosmos, un orden que reverbere en quien lo ve y que pueda entrar en la historia y vivirla. Pide que se entre, que se transite lo expresado.
Manel Oller toma las palabras de uno de estos artistas diciendo: “antes de pintar un bambú tengo que dejar que el bambú crezca en mí”. El arte es un modo de ritual de la creación del cosmos, de la creación primordial.
Las obras presentan aspectos inacabados que dejan entrar lugares nebulosos que se mitifican y se reproducen como topoi.
La idea de lo sagrado y lo profano es una concepción de principios abstractos que se materializa en estos paisajes. Es importante la recreación en el cuerpo de estas concepciones dialécticas. El dibujo de líneas de fuerza en las cordilleras, con formas de dragón, es la idea de la naturaleza viva. Algunas veces se encuentra la presencia humana como topoi del hombre ligado a este cosmos. La incorporación de la palabra se realiza de modo sustancial entre el grafismo, la imagen y el poema. La obra como elemento polisemántico, sonido, palabra, dibujo, genera la idea en el espectador de habitar en él, de resonar con él. El vacío en las obras tiene que ver con el budismo y también con este sentido complementario. Los poemas, generalmente, cuenta sobre el que habita en el cuadro. Va describiendo las sensaciones del ser presente en ese paisaje siempre remarcando el elemento musical. Invita a la contemplación del lleno y el vacío, las piedras, el verde y la inserción del hombre.
Diferentes épocas del paisajismo reflejan diferentes formas de tratarlo, de manejar la textura, el trazo. Pero siempre es la reproducción de unos principios abstractos y/o estéticos.
Desde un campo similar, la apreciación de la buena caligrafía, encuentra su respuesta en la realización de un buen ritual, en relación a la consecución del acto caligráfico en sintonía con los movimientos corporales, una adecuada respiración, una pose diseñada para el mejor desempeño de la actividad.

LLR

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