Entre lo documental y la ficción el Director Jem Cohen va entrelazando la historia de dos extraños, una turista y un guardia de sala del  Kunsthistorisches Art Museum, que nos llevarán por las calles de Viena, sus historias y costumbres, como también por las sensaciones que experimentan tanto allí como en las salas del Museo.

Los personajes conforman una especie de bisagra entre lo documental y cierta interpretación o aporte subjetivo de lo que se documenta pero siempre estableciendo un narración paralela, dentro de la ficción, que de algún modo completa lo que pareciera ser el núcleo de la película, a mi parecer, una especie de paralelismo entre la obra de Pieter Brueghel y la cotidianidad de los personajes.

Por qué digo bisagra? porque los actores de esta historia, más allá de los que aparecen circunstancialmente en escena, no son actores profesionales sino que fueron elegidos por el Director por otras cualidades referentes a su vida particular que, de algún modo, se reflejan  en la película. Por lo que su accionar en las escenas queda indefinido también entre lo ficcional y sus propias personas.

A mitad de la película hay una escena donde un grupo participa en una visita guiada por el Museo. No sé ni queda claro hasta qué punto es real, quiero decir, documental o ficticia esta escena, pero la guía cuenta acerca del pintor Brueghel, al que llamaban "Brueghel, el campesino" ya que solía vestirse como tal para poder pintar con mayor exactitud sus costumbres, las de los campesinos. Continúa explicando que las pinturas que retrataban la vida campesina no eran comunes en esa época, pudiendo Brueghel, por sus detalles, considerarse un documentalista. Las obras contienen mucha información sobre la realidad diaria de las clases mas bajas, dice la guía, pero no muestra solo hechos, son mas profundas, aunque no sentimentales ni emiten juicio. Es un mundo entre lo fantástico y lo real, una especie de rompecabezas simbólico donde se colecta objetos, rituales y se los pone en un mismo lugar generando un mensaje más profundo, lo llama: "alucinaciones de lo real", donde se contienen lo alegórico y lo realista. 

Cuánto tienen que ver todavía estas pinturas con la actualidad, afirma la guía, y creo que ésto es lo que claramente expresa la película, y lo hace de un modo similar al de Brueghel, difuminando las fronteras entre lo real y lo imaginario o simbólico. 

En la obra de Jem Cohen se genera una fusión muy profunda entre estas dos dimensiones, la real y la ficticia, entre el vida y el arte, entre la ciudad, el museo y el vínculo de los personajes, donde es difícil encontrar el centro de la obra, al igual que en las pinturas de Pieter Brueghel.





El visitar una exposición de Ron Mueck genera la sensación de estar teniendo una experiencia antropológica, nos ubica en el lugar de un espectador estudioso de la naturaleza humana, sus costumbres y cultura.

En su obra no solo la morfología humana es tratada de un modo exhaustivamente  realista y objetivo sino que los personajes y su contexto o circunstancia son absolutamente contemporáneos. Su verosimilitud con la vida cotidiana, objetos, materiales y texturas es inmediata. 

El idealismo y romanticismo están totalmente ausentes en la obra del artista, en cambio se destacan la crudeza y cierto naturalismo en el sentido de representar con una objetividad documental escenas de la vida humana. 

Asimismo, hay una característica fundamental, de igual valor en su trabajo, que nos distancia de estos seres y los ubica como objetos de estudio u observación, la utilización de magníficas o pequeñas dimensiones. 

La variación de tamaños de la escala humana es la herramienta con la que desdibuja las fronteras del realismo y  agrega la necesaria dosis de subjetividad para determinar nuestro punto de vista sobre la obra, el cual, a distintos niveles, nos permite interpretar y representar las escenas.

Las obras de grandes dimensiones generan en uno la sensación de estar curioseando, tomando provecho del diminuto tamaño en el que quedamos, para husmear en la intimidad de una pareja o individuo determinado. En cambio, cuando la obra es llevada a dimensionas más pequeñas que la nuestra la sensación es la contraria, desde un plano superior la contemplación de la vida y naturaleza humana aparenta ser algo fácilmente abarcable o manipulable, como si se tratara de marionetas que teatralizan nuestro día a día. 

Estos son los niveles que se nos ofrecen, al comenzar un recorrido por la obra de Ron Mueck, para abarcar y tomar conocimiento de las situaciones que plantea el artista. Sus obras contienen este elemento clave gracias al cual podemos asistir a escenas de la vida humana desde otros ángulos.

Mask II, obra con la que comienza la exhibición de Ron Mueck en la Fundación PROA, es el símbolo de este juego ilusorio que nos propone el artista en el sentido de ofrecernos diversas perspectivas sobre nosotros mismos, donde la ficción nos permite penetrar en el universo de nuestra realidad y  donde, explícitamente en este caso, lo que aparenta ser real es una disfraz, una máscara, una ficción.










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