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ESTÉTICA
3.1. ARTE Y SOCIEDAD. UTOPÍAS.

Toda obra de arte configura una estructura entendiendo a ésta como un conjunto de elementos relacionados entre sí. Esta relación se establece en un sentido definido, dice Carpani, los elmentos que componen la obra existen en función de un fin, de su expresión unitaria y final, la razón de ser de la obra artística, la que constituye su contenido.
Su concepto de obra artística determina a la misma como expresión de sentimientos e ideas pero que se encuentran presentes en la estructura de la obra por lo que el artista se propuso conscientemente comunicar y también por lo que comunicó sin proponérselo. Para Carpani la obra artística siempre tiene el objetivo de manifestar un mensaje que se encuentra diseñado por la personalidad total del autor, la consciente y la inconsciente. Este mensaje es captable por el espectador, por una parte, a través de la sensibilidad, en forma emotiva, como apelación directa a su inconsciente; la otra, en forma racional, consciente.
La especial disposición y mutua relación de los elementos conformadores de una estructura artística, genera una serie de sensaciones, visuales, auditivas, etc., según el tipo de expresión artística o los elementos que la conforman, y para Carpani esta estructura despertaría en el espectador impulsos similares a los que se produjeron en el artista, antes y durante el proceso gestor de la obra, como consecuencia de experiencias provenientes de la realidad que actuaron sobre él, sensaciones que hieren directamente la subjetividad del espectador, y de ahí la importancia fundamental que tienen el medio y la época en la determinación de los contenidos de la obra de arte. Dentro de este concepto son precisamente el medio y la época, es decir la realidad de un momento histórico, los que, modelando la subjetividad del artista, generan aquellos contenidos expresados en la obra a través de las formas por él buscadas. Para Carpani el arte constituye el medio más directo y profundo de comunicación entre los hombres, en tanto recreación de la realidad, es al mismo tiempo una forma irremplazable de conocimiento de la misma en su totalidad, ya que permite hacer carne en el espectador, de un modo inmediato, aspectos de esa realidad sumamente huidizos y difíciles de racionalizar. Esta realidad no se refiere a la apariencia física exclusivamente sino como conjunción de factores económicos, políticos, sociales, culturales, geográficos, etc., en permanente interacción dialéctica, en un momento dado del desarrollo histórico de determinada comunidad. La importancia del arte como elemento de conocimiento y comunicación, deriva de la posibilidad de apelar directamente al inconsciente del espectador sin que medie una racionalización previa. Es un elemento generador de estados emotivos, por la forma directa e inmediata en que transmite los contenidos más profundos de la realidad. Esta característica determinaría su eficacia en la creación y el mantenimiento de los factores subjetivos predominantes en la sociedad.
Entonces entendemos que en Carpani, el arte no constituye tan solo un reflejo pasivo de la realidad total, sino una síntesis superior de ésta. Manifestaría una realidad condensada, en sus esencialidades últimas, en sus contradicciones sumamente difíciles de racionalizar en todos sus matices y que encuentran en el arte el más acabado y perfecto modo de expresión y medio de comunicación. El arte actúa de esta manera, dialécticamente sobre la sociedad, haciendo percibir, directa y espontáneamente, esas esencialidades en forma integral y en su fase extrema, y lo que para Carpani es más motivador aún, acelerando el proceso histórico. La función del artista sería la de sintetizar en su obra los aspectos más agudos de la realidad generalizándolos en la sociedad y al generalizarlos los hace pasar al inconsciente colectivo, dando lugar a la aparición de otros aspectos más avanzados. El arte sería un modelador del inconsciente colectivo y simultáneamente se nutriría de él, pues todas aquellas esencialidades en su fase extrema, al ser difundidas por el arte en la comunidad, provocarían una serie de acciones que actuando sobre la realidad, la modificarían.
Considerando la parte conciente, racionalizada del contenido de la obra artística, que para Carpani se expresa a través del tema, las posibilidades de gravitación del arte sobre la sociedad se ampliarían considerablemente y al introducir en su estructura un elemento ideológico, se ensancharía y enriquecería su poder comunicativo haciéndose vehículo de ideas sin que ello menoscabe sus cualidades especificas. En este caso, el artista, señalaría el camino necesario para superar las contradicciones de la realidad, impulsaría el proceso histórico al dar en su obra una imagen ideal del futuro inmediato. Pues tal imagen ideal, proyectándose sobre la sociedad, tiende a concretarse en la realidad, y por lo tanto modificar a ésta en un sentido superador de sus contradicciones.
Si el arte constituye un importante elemento superestructural de la sociedad, que reactúa dialécticamente sobre ella, acelerando el devenir histórico, resulta evidente la influencia que podría ejercer en el desarrollo de un proceso revolucionario, al estar imbuido de un contenido similar. Al surgir el arte de una realidad determinada, sintetizando sus aspectos más activos, la obra sólo comunicaría contenidos revolucionarios en la medida que éstos constituyan esos aspectos más activos de la realidad. Actuarían sobre el proceso histórico, pero como nace de él y es una de sus partes, lo haría en el sentido que tal proceso lleva.
Para Carpani, las circunstancias históricas concretas determinan los contenidos de la obra de arte, cuando tales circunstancias cambian, cambian también esos contenidos, pero si existe un permanente e intensivo contacto del arte con la sociedad, este repercutiría a su vez sobre aquellas circunstancias, acelerando el proceso en el cual están encauzadas. Al exaltar los aspectos que más gravitan en la orientación de un momento histórico, sean estos expresión de un orden en descomposición y sin posibilidades revolucionarias inmediatas o expresión del elevado desarrollo de las nuevas fuerzas en el seno de la vieja sociedad, el arte, de ambos modos, funcionaría promoviendo el devenir histórico.
En el primer caso, porque al acelerar y agudizar la descomposición, ayuda a que ésta alcance los límites que exigen un cambio estructural. En el segundo caso, suscitando directamente el desenvolvimiento de la revolución. El arte para Carpani va reflejando y promoviendo los cambios cuantitativos que en la realidad se producen y solo altera sus contenidos cuando la acumulación de tales cambios transforma a ésta, modificando su calidad. Entonces un arte revolucionario sólo podría existir en una realidad análoga, que al mismo tiempo contribuye a generar y desarrollar.
En definitiva, lo que para Carpani es primordial es la interacción dialéctica entre las masas y el artista, éste, en su ideal, mantiene vivo el espíritu revolucionario de aquellas y la exaltación producida por la obra de arte, constituye una necesidad imperiosa de las masas en acción; a lo que Carpani ejemplifica con aquellas canciones y otras manifestaciones artísticas populares nacidas espontáneamente en el fragor de la lucha.
Pero a propósito de éste último párrafo, sí hay un tema que no se puede ignorar, y que Carpani no deja de reflexionar desde sus textos, es la relación entre calidad artística y efectividad política. Dice que no pretende limitar la esencia del arte, exigiendo su subordinación a la política, reduciéndola nada más que a un mero instrumento de ella. Al margen del rol que puede y debe para él jugar en todo proceso revolucionario, sus cualidades específicas se mantienen inalterables, siendo ésta, una garantía de su efectividad en el cumplimiento de aquel rol. Esto es, en el arte la transmisión de contenidos revolucionarios exige la existencia de obras de elevada calidad, y si esta condición no se cumple, el resultado sería negativo, no sólo desde el punto de vista estético, sino también en cuanto a su efectividad política revolucionaria. Por lo tanto el artista no podría recibir otra coacción en la elección de sus medios expresivos y en el tratamiento formal de la obra, que aquella impuesta por su necesidad de reflejar la realidad en sus aspectos mas dinámicos. No debería existir ninguna arbitraria imposición de estilos. La más absoluta y total libertad debería imperar en este sentido.
Acerca de las coerciones actuantes sobre el artista, que entrarían en conexión con la problemática de libertad y coloniaje, piensa en el “realismo socialista”, pero tampoco son las únicas aquellas imposiciones estatales o de partido. Se detiene en las restricciones de la sociedad capitalista que se ejercen de un modo sistemático, y estas se sintetizan en la presión ejercida por las clases altas, en su condición de principales consumidoras de obras artísticas, imponiendo sus gustos a través de los órganos de difusión cultural que directa o indirectamente controla.

“En países como el nuestro, proyectando al campo del arte su condición de vasallas del imperialismo y determinando el pavoroso coloniaje cultural y artístico que padecemos.”[1]

Para Carpani el contenido emotivo de las grandes obras artísticas a formado parte indisoluble de los sentimientos y aspiraciones mayoritarios, preponderantes de su época, tanto que el arte se nutre en los estratos más profundos de la comunidad, siendo el reflejo directo de los valores colectivos vigentes en determinado momento histórico y en determinada sociedad. Constituye un testimonio fehaciente de la espiritualidad de su tiempo, la cual, a su vez, está definida por la actitud de las masas frente a los problemas fundamentales de la existencia. De ahí la unidad estilística existente en cada región, en cada una de las grandes etapas de la historia del arte; la unidad de concepto entre los distintos artistas de extracción social diferente y la analogía en los contenidos expresados por la obra.En este sentido podríamos decir que la obra de Carpani se encuentra imbuida de una fuerte dosis del sentido utópico de su tiempo y contexto. Al igual que las luchas políticas y sociales que compartió con los hombres y mujeres de su época, su obra es expresión de este intento de realización de un ideal, donde el espíritu de la utopía era consustancial al movimiento revolucionario y al ideal emancipador o liberador. Arte y utopía manifestaban la posibilidad de otro lugar. Las ideas, imágenes y su capacidad de comunicación y divulgación, intentaban exponer la realidad, contrastarla con las potencialidades de cambio de la misma, y alimentar las convicciones de un futuro sensible a las necesidades sociales, políticas y culturales colectivas y sin parcialidades.

[1] Ricardo, Carpani; La política en el arte, Ed. Coyoacán, Buenos Aires, 1962, pág.34.

por Lucrecia L.R.

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