LLR
Considerado un clásico, “Estudios sobre iconología” de Panofsky (1892-1968) fue publicado por primera vez en 1939 y es una obra indispensable para comprender el desarrollo acelerado que han tenido los estudios culturales hasta nuestros tiempos. Podemos decir, que los nuevos aportes metodológicos e investigaciones realizadas sobre el campo de las humanidades mucho le deben a estas primeras indagaciones que cuestionaban los procedimientos para vislumbrar el fenómeno artístico y cultural. Releerlo, no sólo clarifica el proceso histórico devenido de sus inaugurales premisas sino que también nos alienta y continúa legando conductos por los cuales avanzar en la exploración del ámbito de las humanidades.
Recordando su pensamiento, Panofsky sostiene una concepción de la historia del arte en estrecha relación con la historia íntegra. Esto es, con la teoría de las artes, con la estética, con la filosofía y la cultura toda. Supuesto que se basa en la noción de obra de arte como núcleo del cual parten conexiones vitales con las creencias, ideas y la situación histórica de los hombres que la crean. El autor lo precisa en la elaboración de una estructura de diversos planos o grados de interpretación para el proceso de observación y exploración de la obra de arte. Distingue un “Contenido temático natural o primario”, subdividido en “Fáctico” y “Expresivo”; un “Contenido Secundario o Convencional” y un “Significado Intrínseco o Contenido”.[1] El primero abarca la identificación de formas puras, líneas, luz, masas, notificando objetos naturales donde sus relaciones mutuas presentan hechos con ciertas cualidades expresivas. Es el mundo de los “motivos artísticos”, portadores de un significado primario o natural por demandar una interpretación elemental, descriptiva, fáctica pero además empática, cualidad sensible que se le requiere al sujeto observador para la obtención de información sobre el carácter o atmósfera de la pieza. Estas interpretaciones son inmediatas y simultaneas, la sensibilidad que se necesita forma parte de la familiaridad cotidiana con objetos y acciones. Se trata todavía de una descripción iconográfica. Las combinaciones de los motivos artísticos (composiciones) forman “temas” o “conceptos”, siendo reconocidos como portadores de un significado “Secundario o Convencional”, nuestro segundo horizonte interpretativo. Son imágenes que se combinan constituyendo “historias” y “alegorías” y aquí sí, el significado trasciende lo práctico y se diferencia del primero por ser inteligible y que ha sido aplicado concientemente a la acción que lo transmite. Esta etapa requiere ciertas observaciones similares que nos ofrezcan información sobre la época de realización, tradiciones intelectuales del momento histórico, procedimientos técnicos del país de origen, etc. Como último factor, Panofsky avanza sobre el intento de comprender la obra como documento de la personalidad del autor o de la civilización a la que pertenece, ocupándonos de la misma como un síntoma de algo más y definiendo, de este modo, la tarea de la “iconología”,[2] método de investigación que aparece más como síntesis que como análisis. El descubrimiento y la interpretación de los valores simbólicos es parte del “Significado Intrínseco o Contenido”. Pero siempre hay que tener presente que aunque estas aclaraciones y estados interpretativos estén enumerados para su mayor comprensión, Panofsky los entiende como interrelacionados en la totalidad de la obra. Esto es, que unos influyen sobre los otros; las formas o técnicas empleadas modifican la presentación de las alegorías, las convenciones alteran las formas, y las particularidades individuales del artista trabajan sobre aquellas otras dos, etc.
De modo que esta nueva modalidad de análisis le dará a Panofsky los argumentos para diferenciar el estudio iconográfico del iconológico, y la metodología para construir series donde a diferentes condiciones históricas objetos y acciones son expresados en diversas formas (historia de estilo), o temas y conceptos específicos, confrontados con fuentes literarias, varían según su contexto histórico (historia de los tipos). En definitiva, nos conduce por diversos medios de corroboración y estudios correctivos, como la búsqueda de antecedentes de imágenes, cánones de la época y rastreo de influencias, para una ajustada apreciación del fenómeno. La última aproximación, la lectura sobre los valores simbólicos, requiere algo más que el conocimiento de temas o conceptos, tal como lo trasmiten las fuentes literarias. Para comprender estos principios necesitamos, dice el autor, cierta “intuición sintética”. Y aquí, del mismo modo que nuestra apreciación de las dos categorías anteriores debe ser controlada por el discernimiento de la coyuntura, las “tendencias generales y esenciales de la mente humana” también generan una “historia de los síntomas culturales”.[3] El historiador del arte tendrá que comprobar lo que él cree que es el significado intrínseco de la obra de arte con grupos de obra, con documentos de civilización relacionados históricamente: documentos que testifiquen sobre las tendencias políticas, poéticas, religiosas, filosóficas y sociales de la personalidad, período o país que se estén investigando.
Para finalizar, y a modo de conclusión, lo que propone Panofsky a través de este sistema interpretativo es el encuentro de las diferentes disciplinas humanísticas en un plano, en vez de servir las unas a las otras. Plantea un proceso que apela a nuestro bagaje subjetivo en donde las tres formas independientes de investigación se mezclan entre sí en un proceso orgánico e indivisible, y debiendo ser siempre controladas por una percatación de los procesos históricos cuya suma total llama “tradición”. “Estudios sobre iconología” nos lleva por diversos fenómenos presentes durante el Clasicismo, la Edad Media y el Renacimiento. Hechos que establecen conexiones entre los movimientos y la negación de la ruptura completa de las tradiciones, sino sus interrelaciones e influencias configurando un nuevo acercamiento a la historia del arte y la cultura.
[1] Panofsky, Erwin. “Estudios sobre iconología”. Madrid: Alianza, 2008. Capítulo 1.
[2] Op.Cit. Pág: 18
[3] Op. Cit. Pág: 24
Etiquetas: reseña mía
Entrada más reciente Entrada antigua Inicio
0 comentarios:
Publicar un comentario