LLR
Sobre la problemática de lo visual dentro del contexto artístico podemos encontrar cantidad de estudios a lo largo de la historia que han intentado hallar determinadas certezas sobre el modo de abordar sus especificidades. Durante el siglo XX se han elaborado una serie de teorías que van desde la pura visibilidad, las estéticas simbólicas, la iconología, teorías psicológicas, psicoanalíticas y la semiótica. Asimismo, a tener a consideración, el metadiscurso postmoderno y la deconstrucción con autores como Lyotard, Derrida y Deleuze.[1] Se trata de diversas formas de investigar el mundo del arte con sus particulares y privilegiadas perspectivas para afrontar dicho fenómeno.
Sin descuidar los fundamentos sobre la cualidad estética de la obra, tanto en su construcción como en su recepción, que a mi parecer poseen ciertas manifestaciones producidas bajo el formato de cartel, y entendiendo a la misma como lenguaje, como fenómeno de comunicación y significación, es oportuno destacar que un posible y coherente acercamiento a su singularidad y cualidad artística lo da el análisis iconológico. Dentro del campo de la semiología, lo iconológico, estudia los emblemas y alegorías llegando a formular significados e interpretaciones a partir de su descripción iconográfica teniendo en cuenta diferentes espacios y tiempos como también elementos personales de cada autor. A diferencia de los formalistas, comprenden la forma y el contenido de un modo orgánico en conexión con otros documentos históricos privilegiando la literatura de la época.[2] Los casos más conocidos en cuanto a investigaciones de carácter iconológico abordan expresiones del Clasismo, la Edad Media y el Renacimiento tanto sobre iconología pagana, imágenes propias de la idolatría o religiones no cristianas; iconología profana o civil que comprende las figuras de personajes históricos fuera del culto religioso, y la iconología fundamentalmente religiosa que se refiere a imágenes procedentes de la religión. Siendo los formatos y medios de expresión diferentes en cada época, y concibiendo la imagen como forma de comunicación, la lectura de las mismas también cambia con lo cual el análisis iconológico resulta de mayor utilidad para adentrarnos en su mensaje, sus relaciones y especificidades. En el caso del cartelismo es viable extender su modelo teniendo en cuenta que la forma en que se estructura el objeto de estudio y las categorías utilizables son compatibles con una obra que, además de artística, posee una explicita función comunicativa.
Encontramos gran cantidad de estudios realizados sobre el cartelismo en Europa como, por ejemplo, el cartel de guerra, el cartel político, y más aún el propio cartel republicano.[3] Dentro de este campo, en las mediaciones entre arte y política, se suceden representaciones e imágenes de carácter metafórico en relación a ideas, a pensamientos, experiencias, muchas veces provistas de alguna frase o leyenda con la función de introducirnos en su significado de sentido moral, político o revelador en alguna orientación. Emblemas, aquí también, que se componen de una Figura, cuerpo que contiene el sentido y valor de lo que se quiere expresar , un Lema en la parte superior, inferior o sobre la figura misma a modo de sentencia, y en algunos casos un texto explicativo o Declaración que conecta la figura con el valor o sentido que encierra la obra ampliando y determinando su significado. Tales características son parte de la averiguación iconológica, que facilita además la confrontación con otras manifestaciones de la época; la evolución y antecedentes de los temas e imágenes, consecuentemente yendo de las partes al todo y del todo a las partes y poniendo mayor énfasis en el contexto y contenido de la obra. En general, las investigaciones sobre cartelismo rastrean el fenómeno a través del acopio de imágenes, documentos varios de la época como publicaciones y artículos de periódicos, indicaciones sobre literatura y pensadores del momento, señalamientos sobre eventos, datos y fechas de determinados hechos históricos influyentes y, por supuesto, apoyándose y dialogando con investigaciones previas de otros historiadores, sociólogos o estudiosos del tema.
Dentro de los temas más discutidos en la actualidad en relación al cartel y dentro de una postura, aunque no explícita quizá, sí de carácter iconográfica e iconológica, podemos hallar la polémica sobre el discurso publicitario; la relación entre el mercado y el arte, las fronteras entre lo público y lo privado, temas que pertenecen al devenir del siglo XX y que han sufrido un proceso de aceleración a través de nuevos medios y técnicas manifestando las influencias entre el diseño y el arte en lo que conforma la “cultura visual”. Este planteo predice una posible disolución de lo artístico por el concepto de la imagen al servicio del capital, el comercio y el consumo.[4] A partir de la indagación iconológica la imagen aparece como territorio del deseo determinando, en la sociedad occidental actual, el placer como el consumo de bienes y servicios. Cuestiones que pertenecen no sólo al cartel y a las relaciones entre arte y publicidad o diseño, sino a la manifiesta dependencia del mercado por el arte y las ofertas de nuevas técnicas, refieren a un cambio de paradigma dentro del campo artístico y un cambio profundo dentro de los modos de producción, distribución y recepción de la experiencia artística. Presentan como ejemplo la interrelación de lo digital con lo artesanal de la pintura, donde los espacios de la pintura y la publicidad antes bien delimitados, ahora se confunden. Los usos de estrategias publicitarias por parte de los artistas en la difusión o realización de su arte se compararía a la utilización por parte de la publicidad de los medios y avances artísticos para promover el consumo. Estas posturas sugieren la confluencia del arte y la publicidad en la mercantilización uniendo las dimensiones de los bienes de consumo y del mercado artístico, y donde la contraposición entre objeto de uso y objeto de contemplación se desvanece. Esto sería, que mientras el objeto de arte se convierte en mercancía, en los productos de diseño se rescatan ciertos valores y cualidades que antes se reservaban al mundo de la creación artística. Del mismo modo, arte y publicidad se comportan como generadores de significados, donde lo real y lo simbólico se mezclan y diluyen en lo cotidiano impulsando la estetización de la vida diaria. La publicidad dejaría de vender objetos sino como acceso a experiencias de potencia, libertad, seguridad, independencia, prestigio, etc, representando y conteniendo niveles de valor. El arte, en este sentido, se encontraría obligado a competir con otras formas de producción de imágenes visuales, compitiendo con diseñadores y publicistas que dominan los procesos de comunicación mejor que ellos. Los medios de comunicación irrumpen como la más grande y poderosa máquina productora de imágenes, más vasta y efectiva que el sistema de arte contemporáneo que aunque no se proclamen como artísticas se proponen como experiencia estética y ejercen una función simbólica importante en la sociedad, como lo fue antes el arte.[5]
De modo, que el cartel, en estos términos sigue demostrando su eficacia como emisor de mensajes. Es más, también entre otros fenómenos mediáticos más jóvenes, se comporta como un soporte publicitario inmediato, asequible, accesible y directo. El cartel llega donde otros medios como el cine, la TV y otros recursos masivos no lo hacen. Está siempre ahí, invadiendo terreno sin ninguna necesaria acción previa del espectador, irrumpiendo en el paisaje urbano. Actualmente, como se planteó más arriba, se produce una multiplicación de géneros y criterios técnicos y artísticos implicados en su elaboración, promoviendo cierta tergiversación posmoderna de situaciones y clichés extrapolados de otras experiencias. En definitiva, el formato cartel ya desde sus orígenes ha prestado a discusiones. Debates sobre las fronteras entre lo artístico y lo político, entre el arte y el mercado, sobre técnicas artesanales e industriales; enfrentamientos y confluencias. Las críticas sobre quién está al servicio de qué otro abundan y quizá sería prioritario saber si ésto es relevante. Desde mi punto de vista, en cuanto a mi área de estudio, me interesa saber si nos encontramos ante una experiencia estética, cualidad que encuentro en una obra que logra condensar ciertos elementos significativos de la experiencia humana. Partiendo de esta premisa es determinante que el objeto del arte (su material físico, emocional, sus formas, su sentido, su expresión) es social. El arte sintetiza y de esta manera modifica aspectos de lo cotidiano, del devenir del hombre. De modo, que en el arte confluyen infinidad de experiencias posibles, todas las que un ser humano pueda concebir y materializar o expresar. Con esto quiero decir que, aunque en este caso existan explícitas connotaciones sobre cuestiones sociales, políticas, económicas, forman parte y son documento, tanto el fenómeno del cartel como sus variados géneros y expresiones, de los procesos históricos por los que transcurre la existencia de quienes los crearon. Son expresión, prueba e identidad de las culturas y sociedades que los han desarrollado. Hay que destacar también que algunas posturas devienen en pronósticos casi apocalípticos y deterministas generalizando sobre ciertas manifestaciones aparentemente más evidentes. Cabe señalar que la desaparición del arte es algo absurdo en cuanto el ser humano permanezca con vida, como también hay que tener en cuenta que habitualmente se generan una cantidad de fenómenos alternativos dentro del sistema cultural como reacción de resistencia ante posturas hegemónicas o posturas dominantes; más allá, no olvidemos, de cuestiones locales y coyunturas particulares donde se desarrollan casos donde sería un acto deshonesto intentar adaptar a características foráneas. Asimismo, y teniendo en cuenta lo anterior, creo que existen otros casos relacionados con el cartelismo aún no estudiados. El caso de Latinoamérica durante los períodos de dictadura es uno, o mejor, varios, aunque con ciertas similitudes entre ellos y diferencias en relación al caso europeo y los trabajos ya realizados sobre cartelismo. Por lo cual también su historia y desarrollo se a dado en un sentido distinto. Conocer sus orígenes y evolución, las imágenes que se reivindicaban y sus mutaciones prestaría oídos a todos aquellos que respiraron y habitaron la atmósfera de esos períodos sintetizando de algún modo el espíritu de una época. Igualmente, el percatarnos de su funcionamiento nos acercaría de una manera más apropiada a sus particularidades de hoy día. En esta labor sigue siendo una herramienta fundamental la iconología, no sólo para distinguir sus significados distintivos en tiempo y espacio sino además para adentrarnos en sus variaciones dentro de la cultura visual de un sociedad. ¿Quiénes los realizaban?¿A quiénes estaba dirigido?¿Dónde?¿Cómo?¿Qué repercusiones existen en la actualidad?¿Qué nos puede aportar su estudio para conocernos un poco más? Porque, en definitiva, de eso se trata, de continuar indagando y asombrándonos de nuestra propia naturaleza.
[1] Como introducción al análisis de estas teorías consultar: Calabrese, Omar. “El lenguaje del arte”. Buenos Aires: Ed. Piados, 1997.
[2] Para mayor comprensión del campo de estudio: Panofsky, Erwin. “Estudios sobre iconología”. Madrid: Alianza, 2008.
[3] Véase: Barnicoat, John. “Los carteles, su historia y su lenguaje”. Barcelona: Editorial Gustavo Gili, 2003. Grimau, Carmen. “El cartel republicano en la Guerra Civil”. Madrid: Cuadernos Arte Cátedra, 1979. Bozal, Valeriano. “La Guerra Civil”, en: “Pintura y Escultura española del siglo XX (1900-1939)” (Summa Artis, vol. XXXVI). Madrid: Espasa –Calpe, 1993. Clark, Toby. “Arte y propaganda en el siglo XX. La imagen política en la era de la cultura de masas”. Madrid: Akal, 2000. Enel, Francoise. “El cartel. Lenguaje. Funciones . Retórica”. Valencia: Fernando Torres, 1979. Julián Gonzales, Inmaculada. “El cartel republicano en la Guerra Civil española”. Madrid: Ministerio de Cultura, 1993. Miravitlles, Jaume; Termes, Joseph; Fontseré, Carles. “Carteles de la república y de la guerra civil”. Barcelona: Centre d’Estudis d’Historia Contemporánea. La Goya Ciencia, 1978. Renau, José. “Función social del cartel”. Valencia: Fernando Torres, 1976. Tomás, Facundo. “Los carteles valencianos en la Guerra Civil española”. Valencia: Ayuntamiento de Valencia, 1986.
[4] Algunas publicaciones sobre debates actuales en relación al cartel y a lo iconológico: Sánchez López, Juan Antonio. “De cateles, falshes, impactos y fijaciones”: http://www.isel.org/cuadernos_S/Varios/ja_sanchez.htm Almeda, Ramón. “La imagen actual en la intersección del arte y la publicidad” para el III Simposium de Comunicación: Arte y publicidad en comunicación, Puebla, 2004. en: http://www.criticarte.com/Page/file/art2004/ArteyPublicidadPrint.html
Gonzales Requena, Jesús; Ortiz de Zárate, Amaya. “El spot publicitario: Las metamorfosis del deseo”. Madrid:Cátedra, 2007.
[5] Almeda, Ramón. “La imagen actual en la intersección del arte y la publicidad” para el III Simposium de Comunicación: Arte y publicidad en comunicación, Puebla, 2004. en: http://www.criticarte.com/Page/file/art2004/ArteyPublicidadPrint.html
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