Por mi.




Claudia recuerda su infancia en Haedo cuando pasaba tardes enteras en la terraza de su casa vaciando macetas con plantas muertas. Con el barro modelaba figuras que dejaba a la intemperie para que la lluvia las vaya deshaciendo. “Mundos fantásticos", dice la artista en una entrevista, que forman parte del conjunto de imágenes y recursos plásticos con los que hoy reelabora intuitivamente su obra:
Cuerpos humanos que mutan a formas vegetales. Seres solitarios o en grupos, unificados por superficies porosas de las que se desprenden brazos y piernas. Maternidades por las cuales brotan plantas que crecen y cubren sus cuerpos con una orgánica simplicidad. Bajo nuevas formas quedan las identidades, los rostros, los órganos de los sentidos y de conexión con el mundo.
“Foreigners”, Extranjeros en inglés, es el nombre que le dio a esta serie de pequeñas figuras a las que vincula su experiencia como inmigrante en Inglaterra donde vive hace más de quince años. Los personajes adquieren la extrañeza del que habita en un lugar ajeno, donde su apariencia se ha vuelto reflejo de un estado de mutación interna, de adaptación, cierta poética vinculada a la morfología de las figuras.
La serie está realizada en porcelana inglesa como una estrategia para descolonizar el término: “Me apropié de un material típico de aquí, no sólo por tradición, sino porque se encuentra literalmente en este suelo” para resignificar el término “Foreigners”, que es utilizado de modo despectivo con los inmigrantes y otorgarle las características de fragilidad y belleza propias del material en contraste con el contexto político hostil frente a los refugiados y la xenofobia en las calles y medios ingleses.
La escala es para ella una cuestión poética, metafórica, que nutre de significado sus personajes. Claudia les dio el tamaño de su mano revalorizando el sentido del tacto como medio de conocimiento pero también podría entenderse como un acto de conciencia política que manifiesta en su pequeña dimensión la vulnerabilidad de las figuras.
Claudia no dibuja, investiga; como escultora busca formas de su entorno que utiliza como referencia formal para componer y crear sus personajes modelándolos directamente en plastilina. Para esta serie debe haber relevado rocas y formas de la vegetación, en especial marina. Estudiosa del comportamiento animal y biológico sus seres representan esta mixtura de conocimientos: del espacio, la naturaleza animal y vegetal, la historia, lo social y lo personal.

En medio de este proceso fue seleccionada para la 57ª Bienal de Venecia 2017.Cuando habla de su obra y el proceso creativo siempre evidencia esa base emocional ante la que cualquier razonamiento queda chiquito, pobre, mezquino. Su tarea, aparenta ser una especie de búsqueda de sentido entre partes de un universo, y en esta serie en particular, lo orgánico, vegetal, es el resultado o la materialización sensible de sus personajes en conexión con su contexto.

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